jueves, octubre 27, 2005

¿Dónde está la libertad?


A mí me enseñaron de pequeñito lo que era la libertad, y eso que entonces viví en dos países con una dictadura por gobierno (fijaos si soy viejecito). Y además me dijeron que esas libertades estaban recogidas por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y me concretaron que una de esas libertades es la educación de los hijos de acuerdo con las convicciones religiosas y morales de los padres, y me alegré además de que ese principio se reconociera además en la Constitución Española (art. 27.3).
Pero ahora va y resulta que una ley va a poner en cuestión ese principio: La educación de los hijos depende, según se desprende de una lectura minuciosa de la LOE, de la voluntad del gobierno de turno y de lo que quiera imponer, y no de los padres. ¿Cuál es la razón? Parece que es la de que "quien paga, manda",es decir, el estado decide con su dinero lo que tiene que hacer en educación. Esta argumentación sólo tiene un problema, y es que no es "su" dinero, sino el nuestro, el que pagamos con nuestros impuestos, y si "quien paga, manda", entonces mandamos nosotros... ¿Quién es el gobierno de turno para imponerme cómo tienen que educarse moral y religiosamente mis hijos, o como no deben hacerlo, más bien?
Igual toca que algunos, que van por la vida como "progresistas" piensen de verdad en lo que hacen... Igual hay que hacerselo ver... ¿No?

martes, octubre 25, 2005

¡A mí no me gustan las manifestaciones!


Pues sí, es cierto... no me gustan nada.
Pese a que he estado de acuerdo con algunas, todavía no he ido a ninguna... ¡A mis cuarenta y tres tacos! ¿Por qué?
  1. Porque creo más en el diálogo sereno que en la presencia callejera, y lo primero está más cerca de mi forma de ver las cosas.
  2. Porque pienso que existen otras formas más civilizadas (aún, porque desde luego entiendo que las manifestaciones, en cualquier caso, deben ser expresión pacífica de una forma de sentir) de hacer ver lo que se piensa o se siente: Firmas, cartas, escritos, presencia en los medios...
  3. Porque a menudo las manifestaciones parecen una forma de terapia colectiva (chillamos, le damos a la cacerola, y nos desahogamos, al más puro estilo nacional), y después de ellas no hay consecuencias de ningún tipo.
Pero ahora resulta que sí voy a manifestarme en contra de la LOE, por más que me pese (y que tenga que luchar, lo reconozco, contra mi pereza). Pues sí, voy a abandonar mis principios y mi comodidad, pero es obvio que hay muchas razones... ¿Queréis unas cuantas?
  1. Porque estamos en un país donde parece que si uno no chilla en la calle no existe, y así parece evidente en cuanto te informas un poco.
  2. Porque nuestros bienamados próceres, que tanto velan por el bienestar de todos los ciudadanos (por ejemplo) se han pasado por el arco triunfal tres millones doscientas cincuenta mil firmas (reunidas en apenas tres meses y que, sí señores laicistas, son legales), unos cuantos cientos de miles de cartas al Señor Presidente del Gobierno, y han rechazado directamente una buena cantidad de correos electrónicos enviados al mismo, haciendo caso omiso a ese clamor, y prefiriendo atender las peticiones de los amigos de la plataforma laica (más bien laicista, señores, laico soy yo, que no soy cura), que creo que pueden reunirse todos en el salón de su casa. Si un sistema no sirve, hay que probar otro, ¿no?
  3. Porque espero que en esta manifestación, teniendo en cuenta quién la convoca, lo único que va a haber (pese a las esperanzas en contra de algunos grupos mediáticos) es mucha gente que va a decir lo que piensa, sin violencia (ni verbal), a favor de la libertad y contra nadie.
Bueno, espero que seamos muchos quienes pensamos así
Mañana más

lunes, octubre 24, 2005

¡Cómo estamos!


Tenemos en marcha un proyecto de ley orgánica de educación (ya en el Congreso) -la LOE-, que pretende ser la contrarreforma de la difunta LOCE (bueno, más que difunta, en el limbo previo a la defunción), y que es poco más que una LOGSE con unos toques de modernidad, y de laicismo más radical, que eso queda "fashion", por lo que se ve. Lo único que parece interesante en esta ley es cargarse a la asignatura de Religión, cómo se eduquen nuestros hijos parece que menos.
Si la LOGSE ha sido un fracaso en su aplicación (como lo reconoce la inmensa mayoría de los que estamos en el sistema educativo), pues su segunda parte no hay que tener mucha imaginación para saber cómo va a resultar.
Eso sí, la señora ministra parece siempre dispuesta a escuchar (a los suyos, claro), pero parece un poco -bastante- menos dispuesta para atender a los que no pensamos igual. No estaba para recibir tres millones dos cientas cincuenta mil firmas a favor de la asignatura de Religión, ni los miles de comentarios también favorables en el debate (parece que sólo han atendido los que les ha dado la gana, para variar).
Por otra parte, han enviado, al más puro estilo LOGSE, la asignatura de Religión fuera del cuerpo de la ley, a la adicional segunda, y ni siquiera aparece (al contrario de lo que se dijo en la conferencia de prensa tras el consejo de ministros) que es obligatoria para los centros y voluntaria para los alumnos, sino que sólo aparece la referencia a los acuerdos Iglesia-Estado y se acabó. Dejemos aparte que los profesores pasan a ser menos dependientes de los centros que l@s señor@s de la limpieza (con todo respeto hacia ell@s).
Básicamente de lo que se trata es de recortar derechos que no interesa que se tengan, ¿cómo? Pues muy sencillo, haciendo impracticable que existan: ¿Los padres tienen derecho a la educación religiosa de sus hijos? Pues que sea fuera de horario. Algo así como que si tenemos derecho a la huelga, sólo puede ejercerse fuera del horario laboral, o las manifestaciones sólo puedan hacerse de madrugada y en descampado, para que no molesten a quienes no están de acuerdo.
Mañana seguiremos